¿Cómo reaccionamos después de perder una mano importante?
LA IRA. Esta fase nos lleva a jugar mal
en las siguientes manos, a querer recuperarnos, a tentar la suerte, para que
ésta nos devuelva lo que nos ha quitado, como si la suerte nos debiera algo.
LA FRUSTRACIÓN. Sensación de desengaño que nos hace perder el interés por todo lo que
nos rodea en la mesa. Es mejor esto que estar enfadado, pero nos lleva a la
pasividad. Cuanto menos dure la fase de ira mejor, así que, siendo mala, la
frustración, es el camino más corto hacia la recuperación.
ACEPTACIÓN.- En esta fase, estamos mucho mejor preparados psicológicamente, aunque seguimos bastante tocados. La pérdida de otro
gran bote en esta fase puede ser preocupante y provocar una fase de ira mucho
mayor a la inicial.
INDIFERENCIA.- El buen jugador prácticamente ni percibe las tres fases anteriores antes de
llegar a ésta. Mantiene su disciplina y siguen adelante como si el bote
anterior lo hubiera perdido hace un mes. Como sólo hace balances en bloques de
manos enormes, una mano por sí sola no tiene significado para él.
¿Cómo se razona en cada fase?
Todos pasamos por todas las fases, incluso los mejores
jugadores.
Simplemente, el jugador bueno y experto pasa por las tres primeras
fases en cuestión de décimas de segundo. El inexperto o débil se queda
estancado durante muchos minutos en cada una de ellas.
Se trata de una cuestión de tiempo.
En la tercera, reaccionaremos de forma neutra, y seguiremos jugando igual,
intentando olvidar la perdida.
La
cuarta es la única positiva. Reflexionaremos sobre la mano, nos preguntaremos
por qué el rival jugó así, qué podemos deducir de su comportamiento y por dónde
se hace explotable su juego.
La diferencia entre un buen jugador y uno que está aprendiendo a jugar es el tiempo que invierte en las diferentes etapas.
Es muy dificil y requiere mucha practica llegar a entender el juego y conseguir mantener la mente fria para superar estas situaciones.
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